jueves, 10 de enero de 2013

2012-12-24 SALAM UALEIKUM, MAROCO

Más hechos polvo nos hemos despertado hoy, ni cuatro horas más tarde. Nos hemos vestido, y sacando el menor ruido posible, hemos salido rumbo al cercanías de Atocha, donde cogeríamos el bus exprés que nos llevaría al aeropuerto. 
El vuelo ha sido tranquilo. El aterrizaje muy brusco, pero hemos aparcado el aparato sin rasguños, al menos a primera vista. Yo estaba entusiasmada, pero Gorka lo estaba aún más, cosa que me estimulaba y me contagiaba su felicidad. Un taxista nos ha llevado hasta donde otro taxi compartido, que directamente nos ha conducido a Assilah, a unos 40 kilómetros de Tanger recorriendo la costa hacia el sur. 
Nada más llegar hemos cambiado algo de dinero a dirhans y hemos buscado un lugar donde comer cuscús y tajin. Con la tripa llena, mochila al canto y pies en polvorosa hacia un lugar donde dormir barato. Cuando nos faltaban cuatro pasos para entrar en la medina Ouzmane se ha acercado a nosotros dispuesto a sacarse unos cuartos a cambio de llevarnos para aquí y para allá. 
Hemos entrado a varias casas y discutido el precio con sus dueños; la verdad es que Ouzmane nos ha venido de perlas. Con su palabrería nos ha ayudado a regatear en marroquí; y no nos dejaríamos engañar, pues ya sabíamos un par de precios de sitios fuera de la medina.
Al final nos hemos decidido por la casa del muyahidín, señor que llama a la oración en la mezquita de en frente, y que teje chilabas. Pagamos seis euros por persona. Algo más de lo que esperábamos pagar, pero la verdad es que el lugar lo vale, y estamos muy contentos con los negocios. Después Ouzmane nos ha invitado a tomar un té en casa de su tío. Y no ha parado hasta que hemos aceptado. 
La familia de este estaba reunida en la sala del fondo y comiendo boquerones con tomate o chili o algo rojo. Que por cierto tenía una pinta muy buena y su olor animaba al paladar. No obstante, y a pesar de la invitación del suegro del tío a que comiéramos, veníamos con la tripa bien llena y hemos rechazado amablemente. 
En seguida, hemos pasado a otro salón rectangular sin tele, y allí la mujer ha servido té. Delicioso té marroquí en aquel salón marroquí de muchos sofás y muchos cojines. El tío ha empezado a contarnos sobre su trabajo en Ketama... efectivamente, se dedica a cultivar marihuana y a producir hachís y kifi. No ha tardado en sacar una placa de olor y textura inmejorable, e invitarnos a probarlo. 
Hemos salido de allí tranquilos y sonrientes, y nos hemos apresurado a nuestra casita en la medina, donde la siesta no admitía más retraso.


Colores marroquíes.


Mezquita a las afueras de la medina.


Increíble luna y más increíble su estela, la de aquella noche en Assilah.
Venus de acompañante.


Esto es un té con menta. Whisky marroquí. 


Tasca típica de los hombres del lugar. 


Precioso e inmenso grafiti en la pared de una casa 
cerca de la escuela de la medina.


Muro, playa y nubes con sus colores.

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