sábado, 19 de enero de 2013

2013-01-06

La estancia en Chaouen ha sido suave y mágica, para no romper la cadena de energía que estamos tejiendo durante este viaje desde que pisamos Tanger hace dos semanas: té a la menta, cantos de los muyahidines, harira, beisar, exquisitos dulces y, sobre todo, agradable compañía. Mohsine se ha acercado a nosotros como personas, olvidándose de la palabra turista. Cada anochecer cogía su guitarra y nos entonaba canciones sufies. Una voz dulce y sensible que parecía llegar de algún lugar muy lejano y al mismo tiempo penetrar mi corazón y transportarme a mundos emocionales más presentes. Realmente me ha conmovido, con su saber colocar la voz, o tal vez su saber dejar que ella misma vaya a donde el sentimiento de la canción le lleve.
Nina, que es todo locura y corazón, nos ha dejado también su huella. Desde luego, en lo que respecta a este viaje nos llevamos parte de Marruecos con nosotros, pero casi podemos decir que parte de Noruega también.
A las dos ha salido nuestro bus hacia Tanger, desde donde saldríamos de Marruecos.
Ana, a la que vimos una noche antes de volar hacia aquí y que justo llegaba desde Tanger con un mochilón de los buenos, nos había avisado del truco del momento. Al parecer en los ferrys que navegan desde Tanger a Tarifa, los viajeros que van en coche pagan por coche y no por persona. Un marroquí le había invitado a ella a subir a su vehículo a cambio de algunos dirhans.
Así que sabiendo lo que sabíamos hicimos oídos sordos a todas las voces que nos perseguían vendiéndonos los tiques más baratos o bien advirtiéndonos de que por allí solo podían pasar viajeros con vehículo, y nos acercamos a la larga fila de coches que esperaba para subir al barco. Preguntamos a unos y a otros, hasta que, Juan Manuel, aceptó nuestra propuesta y nos dejó subir a su coche.
Aunque lo peor  que nos hubiera podido pasar fuera que nos hicieran pagar el billete, pasé un rato bueno de apuros. En momentos así soy un flan... pero todo salió redondo. Además, nos salió el trayecto gratis, ya que Juan Manuel no nos dejó pagarle. Se interesó por nuestro viaje y nos ofreció asiento hasta Valencia. Pararía en un hotel de carretera en las cercanías de Granada y al día siguiente, temprano, seguiría su ruta. 
Nosotros no traíamos nada planeado, así que cualquier oferta nos parecía buena. Decidimos acompañarle hasta el hotel de carretera, donde haríamos noche y al día siguiente comenzaría nuestra aventura a dedo.


recovecos... 1


¿dónde acaba el muro y dónde empieza la montaña?



recovecos... 2


recovecos... 3


la ilaha ila alah


harira y beisar


recovecos... 4


¡¡¡el butaneroooo!!!


niños que salen del cole y miran sonrientes al osado viajero que trepa árboles


lavaderos en pleno funcionamiento


Nina



Mohsine




No hay comentarios:

Publicar un comentario